Estas palabras sintetizan el concepto que del pueblo tenía el Presidente Kim Il Sung.

En sus memorias “En el transcurso del siglo”, escribió:

“Mi doctrina, mi credo fue ‘Iminwichon’, que significa considerar al pueblo como el cielo. Precisamente, el principio del Juche que preconiza tener por dueñas de la revolución y de su construcción a las masas populares y atenerse a sus fuerzas, es mi más adorado culto político, y la orden principal de la existencia, que me obliga a vivir para el bien del pueblo.”

Nacido en una modesta choza de Mangyongdae, emprendió el camino de la revolución cuando tenía diez y tanticos de años. Para él el pueblo significaba el sujeto de la historia, concepción que le permitió crear la sempiterna idea Juche, llevarla a la práctica con brillantez y fundar en Corea un Estado socialista centrado en las masas populares.

Al presentar líneas y políticas que reflejaran al pie de la letra el deseo y la exigencia del pueblo en cada etapa del largo y arduo proceso revolucionario coreano, logró que este no cometiera un solo error de lineamiento.

Cuando durante la Lucha Armada Antijaponesa se hizo intensa la tendencia izquierdista de “sovietizar” bases guerrilleras establecidas en las cuencas del río Tuman, hizo valer la voluntad de las masas presentando la singular línea del gobierno popular revolucionario y crear el ejemplo representativo de la instauración del poder.

En el período de la edificación de una nueva Patria tras su liberación, promulgó la histórica ley de reforma agraria con el fin de hacer realidad el sueño adorado del campesinado que constituía la inmensa mayoría de la población, así como la de igualdad de derechos del hombre y la mujer destinada a liberar a esta de las trabas del feudalismo.

Prestó oídos a simples obreros, campesinos, amas de casa y aun a niños.
La confianza en la fuerza del pueblo le sirvió de apoyo para superar sucesivas pruebas y conducir siempre a la victoria la revolución coreana.

Al organizar y dirigir la resistencia de todo el pueblo, principalmente armada, derrotó al imperialismo japonés y logró la histórica causa de la liberación nacional. En los tres años de la pasada guerra contra los yanquis y sus aliados empeñados en eliminar a la joven República, salió vencedor porque supo alentar a militares y civiles a protagonizar el heroísmo colectivo.

Movilizó la capacidad del pueblo para restaurar la economía devastada por la contienda y solidificar la base de una independiente economía nacional con la industrialización socialista que demoró apenas catorce años.

Son muchas las anécdotas que hablan de su extraordinaria capacidad de mando, entre ellas su visita en diciembre de 1956 a la Acería de Kangson para incitar a sus obreros a fundir diez mil toneladas más de acero y su iniciativa del Movimiento Chollima que posteriormente daría lugar a un gran ascenso de la construcción socialista.

Su vida se caracteriza por el gran amor y la entrega total al pueblo en aras de su bienestar.

Ejemplo de ello es el sistema de asistencia médica general y gratuita que tiene su origen en bases guerrilleras-zonas liberadas de la dominación nipona y que oficialmente se puso en práctica a partir de enero de 1953, en plena guerra sangrienta contra el imperialismo norteamericano.

La educación gratuita, aplicada primero en Kalun, Wujiazi y Guyushu durante sus incipientes actividades revolucionarias, se ha convertido hoy en un sistema de enseñanza general y obligatoria de once años, beneficio que permite a todos aprender y desarrollar el talento a sus anchas.

En los días subsiguientes a la liberación del país del yugo japonés había gran escasez de acero, pero dio muestras de una gran determinación al hacer volar y no dejar rastros del horno eléctrico abierto en la entonces Acería de Songjin, instalación anticuada que amenazaba seriamente la vida de los trabajadores.
Si visitaba una fábrica o empresa, nunca dejaba de pasar por el albergue y el comedor de los obreros para conocer sobre sus condiciones de vida.

Otras pruebas tangibles de su política de amor al pueblo las constituyen los acontecimientos históricos que abolieron de forma completa y abarcadora los impuestos agrícolas en especie y el sistema tributario, acaecidos en 1966 y en abril de 1974, respectivamente.

El sublime ideal del Presidente cobra hoy mayor fuerza gracias al Dirigente Kim Jong Il.

La suprema expresión de su amor al pueblo es haberle dado prioridad a los asuntos militares con el objetivo de defender al país y el socialismo, cuna de la vida independiente y felicidad de la nación.

En sus incansables viajes de trabajo convoca a militares y civiles a un nuevo y gran auge revolucionario, erigiendo así una plataforma de lanzamiento hacia mayor poderío y prosperidad.

Hoy Corea se ha propuesto elevar más la calidad de vida de la población: levanta por doquier modernas bases de industria ligera, alimentos, ganadería, piscicultura, fruticultura y servicio, e impulsa en la capital la edificación de viviendas para cien mil núcleos familiares.

En un futuro cercano el mundo será testigo de una increíble realidad: la conversión de la RPD de Corea en una gran potencia próspera socialista que colmará de dicha al pueblo, tal y como deseaba el Presidente Kim Il Sung, bajo la orientación del Dirigente Kim Jong Il.