Otro de los magnicidios de Estados Unidos
La histeria que ha desatado el régimen de Barack Obama, con el supuesto hackeo del guión de una película que llama al magnicidio explícito del líder de la República Popular Democrática de Corea, Mariscal Kim Jong Un, pone de relieve, nuevamente, las criminales intenciones de los Estados Unidos contra los pueblos del mundo. Esto, en el marco de la prolongada campaña comunicacional contra la República Popular Democrática de Corea que impulsa Washington, país que no ha querido firmar la paz con Corea, y por el contrario, aumenta año tras año sus tropas invasoras en el sur de la península.

Esta nueva fase de la campaña anticoreana se produce en momentos de una gran represión social en los Estados Unidos, donde las protestas por asesinatos raciales a manos del aparato coercitivo norteamericano aumentan cada día, y la administración Obama requiere mantener presentes los enemigos sociales construidos para el imaginario colectivo. Norteamérica lleva, de vez en vez, a los medios de comunicación comerciales su necesidad de distraer los problemas internos con diferentes peroratas, las que no pasan de ser pura retórica, pues Estados Unidos sabe que en el plano militar no tiene chance contra la República Popular Democrática de Corea.

No obstante, Washington, toma tan solo el camino fácil: su industria de ensueño con sede en Hollywood, donde puede fantasear y llegar al clímax del pensamiento a través de bombardeos virtuales, fruto de su visión postmodernista, donde lo digital puede hacer realidad sus sueños. Su industria cinematográfica es su gran consuelo, humedecido por el sabor a hemoglobina que se desprende de otra de sus colegas: la factoría armamentista, misma que desangra actualmente a los pueblos iraquí, libio, sirio, palestino y afgano, entre otros, todos arrasados por las bombas cargadas con 100% pura falsa democracia, hecho que se justifica con la llegada de las marcas comerciales norteamericanas. El fin justifica los medios, que para este caso, no es un cliché, es ya una ley.

Lo que busca este panfleto cinematográfico norteamericano, es la justificación para el magnicidio de un líder que representa un sistema y gobierno alternativo a las imposiciones que Estados Unidos ha llevado a países como Chile, Bolivia, Paraguay, y a todo el continente latinoamericano por medio de golpes de Estado, donde en su historia han escogido presidentes que han terminado en el exilio, en el mejor de los casos, o asesinados, como Washington lo ha decretado. Este deseo norteamericano se retrata en este caso cinematográfico, fielmente.

El metarrelato de esta producción estadounidense, donde se sacraliza el accionar de la CIA recurriendo al magnicidio, impulsa la reversión de los valores humanos, transformando lo blanco en negro, y lo negro en blanco, como si el asesinato de otra persona fuera algo positivo, hechos a los que nos tiene acostumbrados Norteamérica. En este trabajo sociológico, en el que se utilizan herramientas como los medios de comunicación, se pretende convertir el repudio y rechazo de esta clase de agresión en aceptación, siempre en la lógica de estos intentos para aislar a la República Popular Democrática de Corea.

A pesar de que la República Popular Democrática de Corea ha negado su responsabilidad en el supuesto hackeo, Obama ha amenazado con ampliar las sanciones contra esta nación asiática, buscando ahogar su economía.

No obstante, tampoco Estados Unidos ha podido presentar pruebas fehacientes para demostrar este hecho, sólo ideaciones políticas.


Asociación de Amistad con Corea, Chile