Donald John Trump, candidato republicano estadounidense a la presidencia, en la campaña electoral dijo: Estados Unidos, en Surcorea, unilateralmente gasta dinero. Beneficia al otro, sufriendo solo la pérdida. Si yo fuese electo presidente, le impondré a Surcorea todo el costo para el estacionamiento de las tropas estadounidenses. Si Surcorea no acepta mi exigencia, las retiraré y no haré caso del desencadenamiento o no de una guerra en la Península Coreana.

En las condiciones financieras extremadamente depravadas, Estados Unidos consume anualmente 156 000 millones de dólares para mantener unas 800 bases militares en otros países incluyendo las en Surcorea. Trump quiere preguntar si hay necesidad de que su país sufre tantas pérdidas para defender a otros.

Pero, ¿sería el rompecabezas del imperio que sufre por el acantonamiento de sus tropas en Surcorea analizado solo desde el punto de vista económico como hizo Trump de origen del plutócrata de los bienes inmuebles?

Pérdidas inauditas

Las tropas norteamericanas entraron en Surcorea el 8 de septiembre de 1945. Es que lo hicieron con la finalización de la II Guerra Mundial, al socaire del “desarme” del ejército japonés y con la máscara de “libertador”.

Una vez ocupada a Surcorea, Estados Unidos soñó con dominar a toda Corea y el 25 de junio de 1950 con el ataque anticipado contra Norcorea, desató la guerra coreana. 

Sobre la Península Coreana lanzó más de 2 millones de efectivos, incluido un tercio de su fuerza terrestre que se jactaba de su “supremacía” en el mundo, un quinto de su fuerza aérea, la mayoría de su Flota del Pacífico y una parte de su Flota del Mediterráneo, así como las huestes de los 15 países seguidores, el ejército surcoreano y los restantes del antiguo ejército japonés, y los materiales bélicos evaluados en 73 millones de toneladas, cifra 11 veces mayor que en la guerra del Pacífico.

Pero, durante el conflicto de 3 años la parte estadounidense sufrió pérdida tan grande que era difícil de creer. Tuvo a 405 498 norteamericanos muertos, heridos y capturados, y perdió 12 224 aviones y enorme cantidad de equipos técnicos de combate y materiales bélicos, pérdida casi 2.3 veces mayor que la sufrida en los 4 años de la guerra del Pacífico.

Pesadilla horrorosa

En el territorio norcoreano aún yacen muchos restos de los yanquis muertos durante la pasada guerra coreana.

En los años de 1990, una parte de ellos se entregaron a Estados Unidos en Panmunjom. Viéndolo por TV los participantes norteamericanos en la pasada guerra coreana se estremecieron porque les hacía recordar la pesadilla que tuvieron durante la pasada guerra coreana.

Particularmente los gringos y sus familiares estacionados en Surcorea se quedaron cautivados por el gran pavor. El comandante del octavo ejército estadounidense acantonado en Surcorea dijo que en el caso de estallar otra guerra coreana, primero los 36 000 soldados norteamericanos estacionados en aquel tiempo en Surcorea serían muertos y que Estados Unidos, aunque hiciera concesiones, debía prevenir otra guerra en Corea.

En el caso de que las huestes norteamericanas en Okinawa de Japón y en el territorio estadounidense se movilicen e introduzcan todas en el frente coreano, la consecuencia será más catastrófica. En otras palabras, más yanquis serán muertos y heridos.

News Week comentó que el cerebro del Pentágono desde los años de 1990 y varias veces efectuó el simulacro de guerra computarizado para agredir a la RPD de Corea y que cada vez resultó que Estados Unidos perdía con el saldo de cientos de miles de muertos.

Pero, esta es la cosa del pasado. Ahora Estados Unidos se enfrenta a algo más terrible.

Si no quiere morir quemado

Norcorea, frente a la constante amenaza de agresión y abierta intimidación con bombas atómicas de Estados Unidos, llegó a poseer la bomba atómica. Ante la agravante amenaza con bombas atómicas de Estados Unidos incluso poseyó la bomba de hidrógeno. Y fortaleciendo en lo cuantitativo y cualitativo las fuerzas armadas nucleares se preparó para eliminar los efectivos norteamericanos estacionados en Surcorea que son el origen de la guerra, las bases militares norteamericanas en Hawai y Guam y hasta las mismas en el territorio estadounidense.

CNN, en su página Web, insertando la noticia de que recientemente Norcorea lanzó el Hwasong-10, cohete balístico estratégico tierra-tierra de mediano y largo alcance, comentó que Norcorea, a pesar de las duras sanciones internacionales, apareció como ente más peligroso y que las agencias de inteligencia estadounidense ahora “constantemente observan con escrupulosidad a Norcorea”, pero deberían reconocer que ya no tienen más tiempo para hacerlo.

Un investigador superior del Instituto Cato y asesor especial del presidente Reagan, en su artículo de colaboración titulado Solo con las sanciones no es posible detener a la RPD de Corea dijo que la opción de Estados Unidos era solo negociar con Norcorea y retirar sus tropas del noreste de Asia y que en esta región ser involucrado en la guerra no le daría ninguna ayuda.

También en su artículo insertado en página de la National Interest, él escribió:

Norcorea, sin injuriar a Estados Unidos, no pasa ni una semana. No amenaza a Europa, México, Brasil ni Nigeria, sino que quiere atacar con bombas atómicas precisamente a Estados Unidos. Ya tiene bastante la capacidad para ello. Preguntaría si en Surcorea no hubiera las tropas norteamericanas y el imperio no intimidara a Norcorea, ¿por qué este país lo insultaría? Ya hace varios decenios que desapareció la razón por la que las tropas norteamericanas se estacionaran en Surcorea. Que Estados Unidos, si no quiere morir quemado, retire a sus tropas desde Surcorea.