El pasado 4 de julio la República Popular Democrática de Corea (RPD de Corea) envió a Estados Unidos de América que acogía el día de la independencia (4 de julio de 1776) el “regalo” de mayor significación y sentido, que fue el nuevo e inventado cohete balístico intercontinental “Hwasong-14” (con la altura de 2 802 kilómetros y el alcance de 933 kilómetros).

Pero, dos meses después le despachó otro “regalo” excepcional, o sea la bomba de hidrógeno susceptible de ser cargada en el cohete balístico intercontinental. La bomba de hidrógeno de Corea, cuyo poderío varía según el objeto del golpe desde varias decenas de Kt hasta cientos de Kt, constituye la ojiva de combate termonuclear multifuncional que no solamente da gran poderío de efectividad y destructividad, sino que según el objetivo estratégico es susceptible de ser reventada en el aire para efectuar incluso el ataque EMP de superpotencia sobre la vasta región.

Como ya se publicó, el 3 de septiembre, en acato al proyecto de la preparación de las armas nucleares estratégicas del Partido del Trabajo de Corea los científicos de núcleo de la RPD de Corea realizaron con éxito la prueba de la bomba de hidrógeno susceptible de ser cargada en el cohete balístico intercontinental en la estación experimental nuclear norteña. El presente ensayo de la bomba de hidrógeno se realizó a partir del análisis y la evaluación sobre la situación política internacional y la tirantez militar creado en la Península Coreana del Presidium del CC del Partido del Trabajo de Corea efectuado en presencia del Máximo Dirigente Kim Jong Un.
Últimamente el presidente estadounidense Donald Trump, en sus conversaciones telefónicas con sus homólogos de algunos países, cacareó que con miras a poner fin al “chantaje nuclear” de Norcorea, en las esferas de la diplomacia, la economía y la milicia tomaría todas las medidas necesarias. Rex Tillerson, secretario de Estado norteamericano, en una conferencia de prensa, vociferó que junto con sus países aliados haría cuantos esfuerzos que pueda para aplicarle presión al país asiático. También James Mattis, secretario de Defensa Nacional estadounidense, expuso que en el caso de que el misil de Norcorea se lanza rumbo a Surcorea, Japón, Guam y el territorio norteamericano tomaría actos concretos.

Durante los ejercicios militares conjuntos “Ulji Freedom Guardian” de carácter agresivo realizados en los últimos días del agosto pasado los comandantes de la fuerza armada estadounidense en el Pacífico y la fuerza armada estratégica estadounidense y el jefe del Departamento Antimisil estadounidense se penetraron en Surcorea y junto con las altas autoridades militares surcoreanas discutieron sobre las medidas para intensificar la cooperación en la guerra contra Norcorea, hecho que nos hizo recordar el recorrido de John Foster Dulles por el paralelo 38, ex secretario de Estado norteamericano hecho en vísperas de la guerra coreana (1950-1953).

Los países vecinos de Corea y los que en el pasado participaron en la guerra coreana desconocidos del cambio de la situación y embarcados en la errónea política de hostilidad del imperio contra Norcorea se incorporan activamente en la aplicación de las restricciones y las acciones militares.

Norcorea no se quedó como mera espectadora de los Estados Unidos y sus cómplices que hacían locuras para extinguirla. Les envió reiteradamente la convocatoria a la paz y el mensaje de severa advertencia.

Pero, el imperio pretendió solo el “exterminio de Corea”.

Últimamente Norcorea le envió al abominable imperio la señal tajante y clara, la señal de que el éxito en la prueba de la bomba de hidrógeno susceptible de ser cargado en el cohete balístico intercontinental produciría en el futuro la reducción a cenizas del territorio estadounidense y no la tragedia como la acaecida hace más de 70 años en Hiroshima y Nagasaki de Japón.

La hora y el día en los que Norcorea envíe este “regalo” no están fijados.

Cuando el “regalo” atraviese el Pacífico, llegue a Norteamérica y el “Tío Sam” lo reciba, ya será tarde.